El
mundo de las comunicaciones cambia a
ritmo frenético, no hemos acabado de implantar el sistema 5G y ya hablamos de
otro sistema que es más rápido. Parece ser que nuestro mundo quiere simular a
la fórmula 1, rápido, rápido, rápido.
Actualmente
las empresas de telecomunicaciones han realizado inversiones importantes en las
redes de comunicación, por consiguiente, en unos años las tendrán que
amortizar, pero no pararan con la evolución tecnológica que exige la IA (la inteligencia artificial).
El 5G no
solo promete velocidades teóricas de 20Gbps en comparación con la máxima
teórica de 1Gbps del 4G, sino que no tiene latencia y admite una mayor densidad
de conexiones en un área más pequeña. Se
promueve como solución para habilitar ciudades inteligentes, fábricas
inteligentes, vehículos autónomos, transmisión de realidad virtual.
El ser
humano se está acostumbrando a vivir en
tiempo real todos sus actos o necesidades, por este motivo cada día somos más
impacientes, lo cual nos llevara a un mundo totalmente distópico, que los aficionados a la lectura de ciencia
ficción podrán recordar en el libro de Aldous Huxley, llamado “un mundo feliz”,
retrato casi exacto del mundo que estamos desarrollando.
El 6G podrá
alcanzar una velocidad de descarga de hasta 1TB por segundo y podría cubrir
comunicación bajo el agua. Multiplicara por cien las prestaciones del actual 5G
antes de 16 años, ofrecerá latencias de 10 microsegundos y permitirá el
internet de los sentidos, como tocar hologramas. Será una conectividad
ilimitada, instantánea y ubicua.
El
desarrollo de la inteligencia artificial nos obliga a velocidades de
transmisión de datos muy elevados, pero creo que la mayor transmisión de datos
seria emplear nuestro cerebro de forma eficiente y consciente, digo consciente
sí, ya que nuestros actos no nos llevan por buen camino.
Esa
velocidad que queremos para todo, nos está obligando a perder nuestra humanidad
y sociabilidad, tan necesaria para nuestras vidas, somos animales sociales, y
por tener más capacidad y rapidez de comunicación no vamos mejorar los
resultados actuales de nuestra civilización, es decir, nunca aprendemos como
especie de otras que ya desaparecieron.
Diseñamos y construimos sistemas inteligentes para resolver tareas
arduas sobre la marcha. Por lo tanto, aumentará considerablemente su fiabilidad
y eficiencia. Pero muchas veces olvidamos los motivos por los que los creamos,
y un ejemplo claro son los vehículos
autónomos que necesitan una rapidez de datos para comunicarse entre ellos de
milisegundos, para la toma de decisiones. Podríamos preguntarnos qué necesidades importantes nos llevan a estos
modelos, cuanto perderemos de independencia, disfrute, porque motivo tenemos
que tenerlo todo bajo control, cuando las necesidades básicas de la vida no
somos capaces a mantenerlas, incluyendo nuestro hábitat.
Nos hablan de ciudades inteligentes, de vehículos inteligentes, de electrodomésticos
inteligente, relojes inteligentes, todo es inteligente, menos nosotros y eso es
malo, seremos sustituidos.
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