Nuestro mundo cambia cada día a velocidad elevada, pero el
transcurso del tiempo en nuestras vidas, casi no lo nota, solo lo notamos
cuando estamos llegando al final de nuestros días. Si en un momento de nuestra vida
nos pudiéramos parar, mirar hacia tras, recordar como empezamos nuestro andar,
podríamos observar esos cambios
acelerados de nuestro mundo y el marcaje del paso del tiempo que hace en
nuestro cuerpo.
Pero el hombre en ese afán de adelantarse al tiempo, al
cambio de todo lo que nos rodea, está poniendo en peligro nuestra propia
existencia. El nuevo mundo que se está generando con la revolución
biotecnológica, remodelará la economía
mundial y transformara nuestra sociedad, y a la vez afectara al medio ambiente.
Estas nuevas tecnologías pueden manipular el mundo natural al
nivel más básico, modificarlo, adaptarlo, imprimirlo, replicarlo, clonarlo,
cambiarlo, mutarlo, en resumen, estamos
realizando el experimento más radical con las formas de vida y los ecosistemas
de la tierra de toda nuestra historia. Nuestra mente no alcanza a ver la
gravedad implícita de los cambios que esto producirá, estamos abriendo las
puertas de un mundo totalmente desconocido y que nunca podremos medir sus
resultados.
Imaginemos que con estas técnicas la transferencia a gran
escala de genes entre especies no emparentadas y más allá de todas las
fronteras biológicas, plantas, animales y seres humanos, mezclando todo ello
entre sí, y al mismo tiempo utilizar la clonación. Como el ser humano no puede
predecir sucesos, pero si producir fallos cuando se está produciendo esta
investigación de mezclas fuera de toda regla natural, pudiera darse el caso que
algo totalmente no viable se escape, se propague, mute, prolifere, migre y
colonice la tierra, el aire, el agua, parece una película de ciencia ficción
pero podría ser la realidad en los próximos años, de algo producido en un
laboratorio, simplemente por conseguir un resultado económico de una empresa.
Según datos que maneja RIFKIN sobre el agrupamiento de la
industria de la ciencia de la vida en empresas comerciales, nos pone los pelos
de punta del gran poder de las mismas, no hay ley ni gobierno que los pueda
parar. Las diez primeras empresas agroquímicas controlan el 81% de los 29000 millones
de dólares del mercado agroquímico mundial, diez empresas biocientificas
controlan el 37% de los 15.000 millones de dólares del mercado mundial de
semillas, las diez mayores empresas farmacéuticas del mundo controlan el 47% de
los 197.000 millones de dólares del mercado farmacéutico, a la cabeza de la
lista hay diez empresas multinacionales de alimentación y bebidas cuyas ventas
conjuntas superan los 311.000 millones de dólares, es decir, con estos datos
que presenta podemos decir que el mundo está gobernado por las corporaciones y
que somos sus conejos de indias, no es de extrañar que una sandia llegue a
costar cinco euros, cuando antes se tiraban.
Cuando se libera un organismo sometido a la ingeniería
genética siempre hay una pequeña posibilidad de que no lo podamos controlar,
eso lo podemos ver con especies que se trasladaron de unos habitas a otros
donde en estos momentos son verdaderos depredadores de los habitas naturales de
las zonas originarias.
Un ejemplo podrían ser los peces que han sufrido ingeniería
genética para que aumente la eficacia de la conversión de los alimentos,
toleren condiciones climáticas extremas y resistan a enfermedades propias de
cada especie, tendrían una ventaja selectiva si escapasen a aguas abierta?, que
pasaría con los ratones que se utilizan para investigar nuestra enfermedades? O
que pasara con las plantas modificadas para mejorar las cosechas, que después
serán asumidas por nuestros estómagos, quien puede predecir los daños, al
hombre siempre le gusto jugar a ser Dios, pero la realidad es que cada vez que jugó,
salió perdiendo.
Los daños que puedan realizar todos estos productos no se saben actualmente
pero con el paso del tiempo saldrá a la luz lo bueno y lo malo de ellos, pero a
lo mejor ya es tarde. Como los ejemplos siempre aportan un análisis diferente,
pondremos un caso con ratones de laboratorio, en 1990 el doctor Robert Gallo
codescubridor del virus del sida y un equipo de científicos publicaron en la
revista Science los resultados de un estudio que habían realizado acerca de si
era pertinente y aconsejable usar los
ratones como modelo animal de investigación. GALLO y sus colegas
explicaban que el virus del sida portado por los ratones se podía combinar con
otros virus de los ratones de manera que se creaba una nueva y más virulenta
forma de virus del sida, un “supersida”.
Todos los procesos nos dan adelantos para nuestras vidas,
pero tenemos que tener cuidado cuando estas experimentaciones dependen del
bolsillo de otro, y que realice recortes en partidas de seguridad que produzcan
después daños irreparables.
Ciencia siempre, pero con la máxima seguridad y con la máxima
evaluación del riesgo a futuro.
Bioseguridad sin recortes!
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